Como diseñadores.. ¿cuántas veces no nos topamos con la posibilidad de participar en un concurso de diseño?. Sobre todo concursos de tipo especulativo, en los que se compite por ganar "una cuenta" o un proyecto para algún cliente local.
Personalmente, y como despacho en coordinación con mi socio, nos hemos encontrado con este tipo de invitaciones con frecuencia. No nos resulta extraño, dado que es una plataforma muy común para las empresas ya que con eso se ahorran una enorme cantidad de dinero, pero.. ¿qué tanto nos conviene participar?.
Creo que poco.
Les contaré de cuatro experiencias sobre este tema para explicarles el por qué.
Primer experiencia: La novatada.
Corría el año 2000 -aproximadamente- y en aquella época era socio y director de diseño de un condominio creativo en la ciudad de Guadalajara. Era una etapa en la que le "tiraba a todo lo que se moviera" para hacer negocios, queriéndome comer el mundo con todo y la corbata ejecutiva que solía usar.
Llegó al despacho la invitación a participar en un concurso para crear la imagen y campaña publicitaria de un fraccionamiento exclusivo al poniente de la ciudad, gestionado por una de las empresas más reconocidas del ramo inmobiliario. Omito los nombres del fraccionamiento y el cliente para no invocar a la gastritis del coraje.
Por supuesto, el afán de hacer negocios y "darnos a conocer" era la línea a seguir, así que sin dudarlo dijimos: va!. Pedimos información, imágenes, charlamos sobre el proyecto, sus alcances y después de un par de semanas de labor creativa teníamos ya en el portafolio la propuesta idónea. Sin más protección que el confiar en la buena voluntad (je je je, ilusos) regresamos al grupo inmobiliario a presentar la propuesta. Fué un éxito y "ganamos" el concurso, a lo que prosiguieron las sesiones de cotizaciones y ajustes a la propuesta. Incluía posicionamiento, marca (logotipo), campaña de prensa, espectacular, etc.
Después de festejar nuestro triunfo "creativo" vino nuestra decepción mercantil. La empresa contratante tomó nuestra cotización e ideas y las presentó a uno de los despachos que perdieron el concurso, pidiéndole recotizaran aquellos su trabajo. Así lo hicieron y, con nuestras ideas y propuestas en mano, iniciaron una guerra de precios en la cual pretendieron (y lograron) bajar el precio inicial al 30% de su valor real con el otro despacho. Obviamente con este juego desleal decidimos no ir más allá y retiramos nuestra apuesta, que a estas fechas ya había consumido ¡¡¡seis meses de negociaciones!!!
La sorpresa vino cuando un buen día caminando por la ciudad veo un espectacular anunciando un fraccionamiento con la misma selección tipográfica del logotipo que habíamos propuesto.. el mismo posicionamiento.. la misma imagen.. el mismo concepto.. todo igual!! Hasta el tratamiento de la imagen en photoshop, el slogan y el puntaje. lo único que cambió fue el nombre.. y mi concepto acerca de la honestidad de tal empresa, del papá de un "amigo" que era el director de la misma (motivo por el cual no demandamos) y del coraje de ver como se iban seis meses de apuesta a la basura.
Moraleja: En un concurso el que arriesga es el diseñador, el cliente jamás pierde. Y si te descuidas, muy seguramente habrá alguien que haga lo mismo que tu pero más barato, con tus ideas y sin ética alguna.
Segunda experiencia: El cliente tranza.
Si bien creíamos que "jamás" nos la volverían a hacer y nos cuidaríamos al máximo, nos quedaba aún confianza en la gente. Precisamente ese fué un punto débil. En el 2003, un municipio de la Zona Metropolitana de Guadalajara estaba por celebrar su feria municipal. Obviamente, el despliegue de imagen sería amplio y con ello se abrió la puerta -vía concurso- para hacer un trabajo que luciera en nuestro portafolio. Y sólo teníamos 2 dias para presentar la propuesta.
En aquel tiempo, la ejecutiva que llevaba el proyecto en la agencia, tenía amistad con el comité organizador y dada esa confianza decidimos entrarle al "bomberazo". Una campaña, una imagen rectora (quedó muy bien, la recuerdo) y en tiempo récord. Teníamos amplias posibilidades de ganar y así lo hicimos: el consejo votó unánimemente por la propuesta de nuestra agencia y oh decepción.. ahí vino la tradicional forma de actuar de nuestros gobernantes... la corrupción.
Nos propusieron un pago muy bajo -algo así como 3,000 pesos-, que únicamente cubría los gastos de producción del dummy. Por tratarse de algo para vestir nuestro portafolio, por apoyar al "amigo" de la "amiga" y al no perseguir nosotros realmente una remuneración sino la posibilidad de llevar al papel nuestra imagen, accedimos a esa propuesta. Al día siguiente nos pedían el trabajo gratis. Ahí ya no nos dió "buena espina" y decidimos retirar nuestros bocetos.
A la semana siguiente la secretaria que nos devolvió el material nos dijo que "era una lástima que no fueramos flexibles.. que a todos les gustó nuestro diseño pero que eran demasiados los 100,000 pesos que pretendíamos cobrar por el mismo".
Ratas inmundas!!!!! resulta que la gente involucrada en la organización -que a la larga tuvo problemas legales, fue denunciada en la prensa y le llovieron demandas y quejas- pretendía obtener cien mil pesos del erario para "gastos de diseño" y a nosotros no darnos un quinto. Aquí se ve la calidad de los funcionarios públicos.. Afortunadamente, no usaron la imagen propuesta, aunque algo de ella fué imitado con muy pobre calidad. Digno de quien la organizó.
Moraleja: Toma tus precauciones, hazle caso a la intuición y desconfía de los concursos en los que no tengas la certeza de la honestidad de quien convoca.
Tecer experiencia: Va la buena!
Je je no todo es fatalidad, también los concursos proveen de experiencias gratas.
Hace unos meses recibimos en el despacho la invitación para participar en el diseño de la imagen de primavera para un centro comercial, el de más status de la ciudad. Después de analizar la invitación, optamos por asistir a la cita y en caso de confiar en la empresa contratante, le entraríamos. La chica de relaciones públicas nos atendió de maravilla, el proceso fué muy transparente y nos motivó el encargo.. decidimos participar.
Entramos a marchas forzadas a la convocatoria pero aún así tuvimos la oportunidad de generar una propuesta acorde a los requerimientos mercadológicos, de estilo y apropiada en lo técnico, misma que fué del agrado del cliente, resultando ganadora.
Aquí vino la cosecha de bondades y dos pequeñas decepciones.
Las bondades: el ver nuestro trabajo impreso en gran formato ante miles de personas que asisten al centro comercial.. la proyección que nos dió como portafolio (de inmediato llegaron nuevos clientes por esta recomendación).. y la buena relación con la empresa que prometió dar para más. Incluso se llegó a plantear la posibilidad de una iguala para el resto de las campañas, verbalmente. Incluso se firmó un contrato para delimitar las aplicaciones a generar, lo cual fué muy útil.
Las decepciones: al momento de la negociación, el cliente resultó un regateador profesional. El presupuesto asignado al proyecto estaba al 50% de lo que pretendíamos por concepto de honorarios, por lo que llegamos al siguiente convenio: accedemos a un presupuesto menor a condición de realizar 3 campañas más en el año. Por volumen y asegurando trabajo el resto del año, ya convenía. Aceptado.
Segunda decepción, al finalizar la campaña, nos "invitan" a concursar nuevamente, pero ahora por la campaña de verano!!. No se respetó el acuerdo, el sacrificio económico fué en vano. Hubo un cambio en el área de relaciones públicas, no se transmitió el acuerdo, en fin.. y nos fuimos enterando que las propuestas que no habian sido elegidas, se reciclarían. La campaña de primavera de un centro comercial ahora sería el estandarte de un desfile de modas, un fraccionamiento en la playa.. en fin, el cliente tomó el material del concurso como un stock de imágenes listas para usarse, sin importar si estaban correctamente enfocadas. El cliente se declaró abiertamente satisfecho por el poder contar con el trabajo de varios despachos y solamente pagar uno. Típico.
Moraleja: Si piensas entrarle a un concurso, verifica que te deje algún beneficio. Si ganas, sácale provecho. Si algo te prometen, que sea por escrito..
Cuarta y última experiencia: Hay que saber cuando retirarse..
Como la segunda parte de esas historias del centro comercial, vino la nueva propuesta a participar. Aquí el desencanto por el no respetarse el acuerdo inicial y la afortunada carga de trabajo en otras áreas de nuestro despacho nos hizo no entrarle con todos nuestros recursos a la nueva convocatoria. Le apostamos a nuestros clientes y obtuvimos en respuesta más y más trabajo. Mientras tanto, se llegó la hora del concurso, entregamos nuestro material y ganó otra agencia -con un trabajo bueno, a secas-. A nosotros no nos afectó esto, dado que lo preveíamos. No perdimos recursos, tiempo ni mermó eso nuestra actividad cotidiana. No arriesgamos más allá de lo necesario y sobre todo, nos dejó la reflexión sobre este tema.
A raíz de esto nos encontramos en varios blogs aportaciones sobre los concursos de diseño y nos fuimos formando un criterio más sólido sobre el tema.
El día de ayer nos llegó la invitación para la siguiente temporada de este centro comercial, misma que estamos evaluando. Aquí pudiera haber opiniones divididas en el despacho, pero al menos yo tengo la mía clara: aaaaadiós a los concursos especulativos. Ya les contaré del final.
Moraleja: Antes de entrar a un concurso evalúa tus posibilidades de éxito, tu tiempo, tu interés y sobre todo, no descuides tu cartera de clientes actual.
(Si sigues despierto leyendo este blog, te recomiendo algunos artículos sobre este tema, son muy buenos.)
El primero es este artículo publicado en FOROALFA, es buenísimo y muy bien sustentado, titulado "Los porques de los concursos".
El segundo link es una Declaración Ética acerca de los concursos de diseño, que hace la Asociación Mexicana de Escuelas de Diseño Gráfico (ENCUADRE).
La Asociación de Diseñadores Profesionales de USA (AIGA) envió una carta a sus afliliados para no participar en concursos especulativos de diseño, puedes leerla ya traducida al español en este link.
Y por último, un lúcido texto de Francisco Calles, tipógrafo mexicano y profesor de diseño, el cual habla de la "concursitis" como una nueva enfermedad..
Échenles un ojo, acá espero sus comentarios.
Saludos!
Leo.
miércoles, 27 de junio de 2007
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