lunes, 23 de julio de 2007

Cotizaciones al vapor.. riesgo innecesario

Tengo grabada en la mente una imagen impactante de la fiesta brava: se trata de una suerte llamada "Porta Gayola": en la cual el torero espera de rodillas la salida del toro y éste, con todo su peso y velocidad, arremete contra el matador quien obviamente pierde grandes posibilidades de ponerse a salvo (aqui hay un video que te muestra esta suerte). La imagen que más recuerdo es precisamente cuando el toro coge al pobre cuate, y lo manda al hospital... (lectores mexicanos: lo anterior dicho sin albur)

Cada vez que nosotros los diseñadores -como proveedores de servicio- le damos una "cotización al vapor" a un cliente, estamos eligiendo afrontar ese proyecto con un "porta gayola", una postura azaroza y peligrosa, como la que les comentaba. Los riesgos económicos y contratiempos son ese "toro"... nuestro "capote" es nuestra habilidad de sortearlos.. y el esperar los problemas "de rodillas" es una forma directa de meternos en líos.

Cuando un cliente se siente presionado por tiempo -o simplemente por que así es su forma de negociar- y nos pide que le digamos 'en ese mismo instante' cuanto podría costar un proyecto, comunmente se nos presentan dos caminos: El primero, el mas riesgoso, es darle un precio al "mas-menos", cifras aproximadas que muchas veces ni siquiera en la realidad alcanzan a cubrir los costos de producción. Esta es una cotización hecha a "tanteómetro", inexacta por naturaleza.

El segundo camino, el más recomendable
, es acordar un plazo mínimo o razonable para hacerle llegar nuestra propuesta económica posteriormente. Es plantearle que le haremos una cotización exacta, por su bien y asegurándole que será acorde a lo que nos solicita.. que no lo haremos gastar de mas.. Y puede ser en minutos, pero razonada, evaluada y verificada con listas de precios con proveedores, etc.

Esto es, darnos una oportunidad, por nuestro bien, de evaluar costos con calculadora en mano, tiempos de entrega viendo la agenda y el calendario (no es lo mismo entregar en "3 dias" iniciando un viernes, que un lunes.. o en una semana que ya teníamos comprometida en otro asunto), dimensionar el proyecto para ver qué recursos se requieren, planear y visualizar el proceso, detectar posibles riesgos o tomar previsiones ante eventualidades. (o bien, tener una lista de precios o sistema para cotizar automáticamente.. pero conociéndonos, sólo un mínimo porcentaje de diseñadores lo tendríamos. Te recomiendo incluso un software para despachos de diseño que lo hace por ti: Dkontrol, de SoftRobot, hecho en México)

Muchos de nosotros por inexperiencia o inseguridad en ocasiones no nos atrevemos a decir "permítame cotizarle a detalle" y hacemos números al aire, sin recordar que cada proyecto de diseño es diferente, único y sujeto a infinidad de variables, por lo que nos arriesgamos a dar cifras erróneas. Y claro, terminamos pagando muy caro la imprudencia.

Recuerdo el caso de un cliente del despacho desde hace algunos años: es un negocio familiar en el que siempre buscan lo más barato, lo mejor en calidad, el tiempo mínimo de entrega y por supuesto, su mayor afición es el regateo. Digamos que es lo "normal" casi siempre en la calle. Y con ellos a veces nos las hemos visto negras por dar precios "al aventón".

Ante esta caracteristica de ciertos clientes, lo peligroso no radica en su forma de ser, sino en nuestra falta de visión al ceder en el regateo sin antes conocer a qué costos de producción, costos de operación y posibles gastos imprevistos nos estaremos enfrentando.

En lo personal, algunas veces he cotizado demasiado bajo, en otras demasiado alto, y en el menos desafortunado de los casos, he salido "tablas". La idea es no estar en esa incertidumbre. Obviamente he perdido tiempo, dinero e incluso clientes por omisiones de este tipo y la experiencia ha sido dura. El cliente se pudo sentir estafado, y nosotros, que trabajamos demasiado por tan poco dinero.

Lejos de fatalidades, va mi recomendación favorita: recuerda que diseñar es pensar antes de actuar, y eso implica pensar desde el momento de ponerle precio a nuestro trabajo. Quizá con esto evitemos que los riesgos y problemas nos "embistan" y en términos estrictamente taurinos, nos "propinen tremenda cogida".

¿Te ha pasado algo similar? Aquí abajo viene el link para que cuentes tu historia.
Recibe un saludo, y Olé!


PD Se que con este post me echo encima a un amplísimo grupo de amigos que odian la fiesta brava... ustedes disculpen el recurso, fíjense solo en la metáfora ;)

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